ASOCIACION AMIGOS DE GUAPOY

ASOCIACION AMIGOS DE GUAPOY
La Aldea Guapoy, es una de las 116 aldeas mbya guaranies que existen hoy en la Provincia de Misiones, Argentina. Aguyjevete! es un Saludo Religioso Guaraní. Se levantan las manos hacia el cielo. Es un pedido de bienestar corporal y espiritual en Lengua Mbya Guaraní...

sábado, 28 de abril de 2012

Luis Alberto Salvarezza, escritor entrerriano, homenajea a los Mbya!

Salven a la selva y salvarán a los Mbyá

                                         cestera Mbyá

                      “Nosotros, los pocos que quedamos, nosotros todos, los abandonados, queremos que se nos conozca como los que hacen florecer la tierra”. Vivimos en una selva hoy muy reducida, pero ancestralmente de ella nos alimentamos, nos curamos el cuerpo y el espíritu. Y como dicen nuestros "arandu" (sabios): "Mientras los vientos sagrados soplen por aquí, siempre viviremos en forma apacible". Como hace más de cinco mil años, queremos seguir en armonía con la naturaleza. Ahora es muy difícil y por eso nos entusiasma que consideres caminar con nosotros, para que nos reconozcan y lleven nuestro mensaje al mundo que nos rodea.


                                           Mensaje de la Nación Jeguakáva tenonde porãngue’i (Mbya)



                       Somos parte de la selva, no sus dueños, como el Kochi, Pekari, Venado,   

                       Coatí, Paca, sin el  monte no sólo se acaba nuestra vida, sino también la    

                       de todos ellos.

                                                                                                              Tercer Manifiesto


                       "Nos sentimos mal.

                       No queremos dejar nuestro lugar.

                       Allí vivieron nuestros abuelos y allí está nuestro cementerio".


                                                                        Artemio Benítez, Cacique de Tekoa Yma



                        "Donde hoy vivimos se criaron nuestros mayores,

                         nos criamos nosotros

                         y se criarán nuestros hijos”.


                                                                     Martín Fernández, Cacique de Kapi'i Yvate



I


                                                               A Luis Alberto y María Carmela


“…que consideres caminar con nosotros…”


E inicié el camino sin saber

si iba hacia el corazón de la selva

o hacia el corazón de los Mbyá.


Descalzo,

desnudo de occidente,

lo inicié.


Y la selva

 estuvo enredándome

 entre sus lianas.

 Perfumándome.


Cántaro se hizo la cesta

 y amatista,

 piedra, luminosa piedra,

el agua de tanto llanto.


Cuando lo decidí

sabía que debía sentirme habitado por ellos.


El ñangapirí, la guayaba y el sauco

blanqueaban la permanente noche de la selva.


                                         cacique Mbyá - tallando un coatí


Y anduve

en ardor cataratas,

esteros y saltos,

hundí  las manos en el agua

y se me escamaron los dedos,

escuché el canto de la cigarra colorada, 

trepé  árboles

y algo de lo mío fue tronco,

altísimo follaje,

imité  a las aves

y estuve suspendido,

 entre gorjeos y un deseo extraño,

dialogué  con las bocas y los ojos de las sombras

intentando aprender  del miedo,

enhebré  un collar de semillas

que terminó haciéndose nudo,

  ahogándome,

seguí sin éxito las dulces huellas del oso hormiguero,

caí en la cárcel de una de sus disimuladas trampas,

vi  de cerca la muerte,

 el veneno y la mordedura

y supe que no existe otra sabiduría

tan redonda como la sabiduría de la vida.


La selva fue esta ramazón

de enmarañada exuberancia.

Este dolor a aguijón certero.


                                          mujer Mbyá



Este tatuaje que no se oculta

y sin embargo no puede verse,

entenderse,

ni sentirse

del todo.


Ahora amasamos juntos un mismo barro.

(culposa tierra, inocente agua)


¿Qué formas adquirirá lo que amasamos?

                                                       niña mbyá
                                            II



  


Plumas de cigüeñas, palomas, loros,

zorzales, tucanes, faisanes, perdices,

halcones, papagayos, guacamayas

y aves negras

lucen los estandartes,

los intactos tocados y los instrumentos.  


¿Qué voz o vocabulario esconden?


Cueros de  zorros, ciervos, tapires,

pumas, capibaras y monos

abrigan profundas desolaciones,

fríos bajo cero

e intemperies consumidas por el fuego.


  


¿Qué alada ensoñación les revelan los cantos sagrados?


La luz  ¿qué auspicios o augurios celestiales les aproxima?


¿Qué encierran las guardas, ipará o mitogramas de sus cestas?


¿Hacia qué misterios los acercan las lianas y  qué distancias les acortan?


¿Qué sangre o dolido desmenuzado fuego hace más roja la tierra?

                                    niños Mbyá

                                             III


La niña acaricia un colibrí,

no quiere enfermarse.



Un aletear de colores son sus manos.


La niña junta

como si fueran pétalos

el canto de los pájaros.

¿Qué perlado tiento de caracol lo sostiene?

¿Qué jaula de libertad lo encierra entre tantos tacuarales?


El final de la inocencia

comienza siempre con otra dulzura,

una dulzura similar a la miel.


La niña ha despertado, ha comenzado a ser mujer.

Sin poder probar carnes rojas y azúcar,

prueba un yuyo amargo, se humedece, envuelve y baña en él.



Y entre la niña y la mujer

se suspende como aquel colibrí que acariciara,

otro sueño.


¿Quién, qué delgadísimos dedos  sostienen los claveles del aire?


Las orquídeas imitan a la selva

desde sus retorcidas extrañas formas

y su intacta belleza.


 La niña también la imita.


Un bathus azul las cubre de cielo,

compite con ellas.


                                          madre Mbyá

                                              -


Tiene el alma de un jaguar,

lo dice su carácter violento e irascible.

La chicha lo adormece,

lo prepara para soportar el dolor,

un punzón de cuerno de venado

su labio inferior le perfora.


Es extraño

algo de la cruz

hay en la forma del tambeta.



¿Qué celestísima luz

fertiliza las corolas del aire?



El joven abandona al niño

por las palabras de los adultos.

El rezo que es canto, danza, música,  

lo libera de sus imperfecciones.

                                              vivienda Mbyá
                                              -



Las mujeres hacen sonar el mimby eta,

sus sonidos también  imitan a la selva.


Y hay aullidos, ululares, zumbidos, gemidos, tauteos, graznidos,

rugidos, susurros, estridencias…


Amanece y frente a la casa de oración o templo,

comienzan a moverse, a danzar, a ordenarse

a entremezclarse bastones de ritmo,  sonajeros y tambores.


                                                      
Buscan fuerza,

alivianarse,

limpiarse,

alegrarse…

y entre lamento, llanto y canto

inauguran pasos y cruces de ataque y defensa,

van hacia el camino de los dioses,

en una mano llevan arcos y flechas,

en la otra maracas y plumas,

como aquellos que esgrimían en una la cruz

y en la otra la espada.

                                                       Cacique Mbyá exhibiendo artesanía
Se dan coraje: he! he! he!...

se agachan, una, dos, tres veces…

imitan a los pájaros

porque sus hombros se han transformado en alas

y algo de colibríes, gavilanes y golondrinas los eleva.


                                              cestera Mbyá

Se celebra la sazón de los frutos.

El humo del tabaco es niebla que bendice y purifica.

El olor de las flores, de los mamíferos en celo,

de los machos, de las hembras, se entremezcla.


Se le impone el nombres a los niños: Karaí, Verá, Araí…


Hay mazorcas de  maíz,

manojos de yerba mate,

frutos de guembe

y  miel.


No falta la tibieza de una esperanza.


Más allá, se desforman las hileras de hormigas

que van y vienen con su transporte y suben, suben, suben…

porque se  avecinan vastísimas  inundadoras precipitaciones.


Como ellas los Mbyá leen los ojos y las catástrofes.



                                      niños Mbyá

                             IV


Ojo por ojo, diente por diente.

Si quemas la propiedad ajena te quemarán la propia.

Si hieres serás herido.

Si robas serás azotado  y devolverás lo que robaste.

Si matas purgarás con tu vida.

Y se huyes la saldará tu hermano.

Si violas a una niña y muere, tú también morirás.


Tu alma será devorada por las felinas bocas del aire

mientras ellos festejan ruidosamente.

Ahuyentándola.


La escasa luz que hay se desparrama en cataratas.


                                           adolescente Mbyá con cerbatana



                             V



                                    preparando tallas mbyá




Dio a luz

y no  puede comer carnes, ni sal, ni miel

y él tiene prohibido  esforzarse.


Con polvo de hongo arúa poá

sanan de lo dañino y perjudicial  el ombligo del niño.



Ella confecciona una cesta con tiras de tacuarembó.

Circular como si se tratara de un vientre la confecciona.

Él  la embellece o besa con guardas, trenzas o ipará de guembepi.

Plumas guardarán allí.

Plumas soltarán y al niño harán volar.



Con la floración del tajy,

con la maduración de los frutos del filodendro

y  bajo luna menguante sembrarán:

maíz, mandioca, frijoles, batata dulce y maní.


Jakairá recibirá  las plegarias


VI



                                                    En una reserva Mbyá.

Cañas

(tacuara, takuarusú, tacuapi y tacuarembó)

y raíces de guembe

dan formas a los cestos.

El isipó pitá, chabotí y el catigué, color.


¿Qué sueños le dan vida a ese niño?


VII

                                           talla de tucán - Mbyá


Un arco de colores como un hierático collar cuelga del cielo.


(Les iban a devolver las tierras pero nada de eso hicieron).


Sobrevuela un tangasu anunciando una visita  lejana.

Llora el urataú.

También llora el recién nacido, quizás quiera volver.

Quizás quiera regresar a la tierra de más arriba.

¿A quién culpar?


El alma del niño tal vez siga a su padre

y  se extravie  en la selva.

Pero no ha visto flores, ni  aves, ni mariposas,

ni cosas bellas que le recuerden el lugar que se extraña

y sin embargo sigue llorando.


Es necesario

mirarlos, mirarlos de frente, despertar y reconocernos.

También con el corazón.


La muerte trabaja como la larva en la oscuridad de todos,

inexplicablemente.



VIII


                                                         Cacique Mbyá.

El verano se aproxima.

Lo anuncian bravíos los temporales,

una cesta con flores de caraguatá, yerba del bugre,

malva de monte e isipó cruz

y una atmósfera de fuego.


La cosecha comienza a desparramarse en sazonados frutos,

la pindó es dulcísimo racimo de oro,

el niño es nombrado dos veces,

la tekoa redonda como una ocarina

o la Jerojy oká reguá

comienza a sonar, se cubre de alas.


Cuando llegan a lo más alto

llegan despojados de todo

como llega el poeta a la poesía,

sin palabras. En carne viva. Sangrando.




                                                                  IX


¿Qué anuncia esta procesión de máscaras?


¿Qué dice el crujir de tanta hoja seca?


Frisionan a un niño con cenizas calientes.

Encienden hogueras.

Entierran un amuleto de mangaysy.

Beben sangre de  jaguar sin coagular.

Leen el cielo y los silencios.


Al anochecer sólo se escuchó el silbido agudo del Pombero.





Saben que la muerte quita los excesos de la tierra.

Que la magia moviliza

 y andan como venados en la selva:

alertas, silenciosamente.


Los demonios se agazapan como pumas.

Creen que los han exterminado

pero merodean, están al acecho, siempre.



El payé cura,

mezcla calaguala, uña de gato, ñandypa y songuy.

Atrae la lluvia.

Propicia buena cacería y cosecha.

Bebe y convida kaguí.


Un rugido de jaguar

inquieta a todos como abejas.



X


Mandioca, batata, maní,

camote, frijol, calabaza,

sandía, algodón, papaya,

tabaco, plátano  y melón

 se desparraman como si la tierra fuera una cornucopia.


Dueños de la selva, de sus claroscuros,

del lugar donde se lucha por la luz,

deambulan  empujados por lo que de negro tiene el hambre y la pobreza

y lo que del blanco tiene la  explotación.


¿Hasta cuándo deambularán?


¿El hartazgo de ayer será el hambre de mañana?



XI


La luz de la tarde se posa sobre tres mujeres

como las mariposas sobre las flores:

una tiñe con raíces un txiripá,

la segunda borda un txumbé

y la otra adorna un tupai.


 Las tres brillan.

¿Son un anticipo de estrellas

o de luciérnagas?


La luna platea como una baya o un pez

a la tierra de arriba.




XII


Conviven con la tierra sin poseerla,

sólo vaciándose en ella.


Son propietarios de los vientos,

 las raíces,

los enjambres,

 el polen,

la savia,

 los gorjeos…


Es tan sangre tierra

el rojo de su sangre.

Tan adherencia,

 bulbo,

 corteza

o piel.


Por eso levanto mi mano derecha

y como otro zarpazo, puñal, flechazo,

con mi letra que se inclina hacia la izquierda,

escribo la rabia.


Más allá del jurua,

de los “boca con cabello”,

de los muchos en el mundo.

Más allá de nosotros o la indiferencia.


¿Quién enciende tantos ramajes,

 tantas antorchas,

 para que el grito también se ilumine?



Salven a la selva y salvarán a los Mbyá.




                                                                                        Luis Alberto Salvarezza

                                                           Eldorado, Misiones, Julio de 2011.

 http://www.escritorentrerriano.com/2012/04/salven-la-selva-ysalvaran-los-mbya.html

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